2007/01/09

FELICÍSIMO, VI TU ESQUELA EN INTERNET

Felicísimo, vi tu esquela en internet.
Tenías 82 años, te pusieron genéricamente los hermanos, los sobrinos y demás familia sin ningún nombre. Te habrán enterrado en una sencilla ceremonia civil, qué digo ceremonia, te habrán enterrado sin más. Acabaste tus días en el Hospital Monte Naranco. Debiste estar enfermo muy poco. A veces se despista uno con el tiempo, pero creo que te vi no hace mucho cruzando con tu gabardina gris clara, con el pelo blanco limpísimo, de la estación hacia Uría o viceversa, casi siempre con algún libro en la típica bolsa blanca de Ojanguren con letras rojas, a veces solo, a veces acompañado, con esa mirada que tenías como el que mira por encima de las gafas sin tener gafas, sin reirte nunca, pero con la cabeza en una posición a punto de embestir.
Aunque no te solucioné nada, no me atreví, me diste una copia de alguna de tus investigaciones. Una vez me dijiste que no ambicionabas nada, que no te preocupaba el dinero, que en cuanto juntabas algo era para poder comprar libros y publicar.
Eras un poco neciu o insistente o pertinaz. Si no fueras así no habrías conseguido sacar adelante lo de las fosas comunes. Luego algunos no estuvieron de acuerdo contigo, pero no entro en los intríngulis, que siempre los hay en esa y en cualquier faceta, en las hazañas y en las miserias.
Fuiste un luchador según lo confirmaron compañeros ferroviarios que te conocieron en otros tiempos difíciles.
Aquel día no tenías razón, Felicísimo, lo siento, pero te empecinaste porque eras un poco cabezón. Tuviste mala suerte. Muchas veces otros las arman más gordas y no pasa nada. Esa vez llegaste muy apurado a la estación de Mieres-Puente y ya era la hora del tren. Vi la grabación. No quisiste pagar, porque los de la tarjeta dorada a veces sois los peores, y el interventor aplicó el reglamento. A partir de ahí todo el mundo te aplicó la norma porque hay temporadas en los que la palabra del interventor era Palabra de Dios. Por desgracia para ti, esos días tocaba mano dura.
Me dolió, Felicísimo, Espejo, no poder hacer una excepción contigo como se hace en otras ocasiones. Hay épocas, que no duran más de quince días, en los que no hay escapatoria. Te cayó y te cayó. Igual da que escribieras en Cartas al Director. En mi departamento eso solo servir para empeorar las cosas.
De todas formas fue un procedimiento inútil porque eras insolvente. A veces la pesada burocracia pierde el tiempo en esas cosas con la disculpa de mantener los principios.
Me alegré por ti cuando entró en vigor la Ley del Sector Ferroviario. No era ético (¿qué será ético?) que te asesorara, pero espero que alguien sensato haya archivado el expediente ya que la nueva Ley te favorecía si alguien la examina con conocimientos e imparcialidad.
A veces matamos pulgas a cañonazos, pero nunca nos va a faltar una justificación. La culpa será de otro.

No hay comentarios: