2007/03/07

FORMACIÓN

FORMACIÓN
Ya habías padecido la asistencia a numerosas jornadas, cursos, seminarios, cursillos, ponencias o presentaciones. Pese a ser un asiduo no acabas de encontrar la diferencia entre uno y otro porque en todos tienes que firmar unos papeles similares y todas las palabras te parecen igual de válidas para definir el mismo vacío. Pues bien, te comunican que un día determinado se imparte un Seminario de Seguridad. De cualquier forma, tendrás ocasión de comprobarlo porque tu asistencia es inexcusable. Puedes sentirte importante. Tu presencia es un asunto estratégico. Ya que quienes tendrían que aplicar esos conocimientos y esas técnicas no pueden ir porque están precisamente trabajando a turnos, vais tú y todo el follón de gente de la oficina, más de quince, vosotros que maldita si lo necesitáis. No te extraña, viene siendo así desde tiempo inmemorial, pero te rebelas (mentalmente) contra esa pamplina, contra ese papelón. Lo malo es que si te pusieran al frente del departamento de formación, harías exactamente lo mismo, porque serías el engranaje de una cadena absurda.
Trabajas en una empresa pública de autobuses, un suponer, que desde siempre tiene la concesión del transporte provincial en las grandes capitales españolas. En una empresa de transporte la seguridad es importante, claro, pero también en una empresa de construcción de calderas y en una siderurgia y en un taller de reparación de vehículos y en una fábrica de zapatos, pero los ponentes dicen y se acabarán creyendo que la seguridad en la empresa de autobuses es lo más importante.
Algunos de los ponentes son altos mandos de la empresa y con poder emergente. No lo sabías pero sacas esa conclusión en cuanto compruebas que no desconectan el móvil, y a falta de otro entretenimiento vas poniendo palotes en las llamadas que reciben, una, dos…hasta seis. Más tarde compruebas que deben tener algo urgente o importante entre manos porque no sueltan el móvil, aunque lo tapan con disimulo, con el mismo recato con el que algunos se mondan los dientes contorsionando la cara, tapando a dos manos medio carrillo y bizqueando de los ojos. Oyes hablar de interoperatividad, cuando crees que es interoperabilidad, pero no vas a levantar la mano, no es lo más grave que ves ni oyes. También lees en una transparencia que hay que preveer no sé qué. He aquí un nuevo Jesús Gil, que inventó la palabra ostentóreo de la combinación de estentóreo y ostentoso. Pues igualito preveer, aborto híbrido de prever y proveer. En alguna otra ocasión hiciste correcciones por el estilo o de estilo que no sentaron nada bien. Te hablan mucho de una norma nueva del código de la circulación que aprobaron a raíz de un accidente de autobús, del que todavía hablan los periódicos, y dan por supuesto que todo el mundo la conoce, que la conoce el responsable de informática, que la conoce el encargado de tener rotuladas y limpias las estaciones de autobuses, que está al tanto el jefe de los cobradores, que la conocen todos, pero no explican a los presentes en qué consiste la tal norma cuyo seguimiento es objetivo estratégico de todas las demarcaciones, delegaciones, direcciones y gerencias, tan estratégico que hasta se contrató una consultora externa para que implementara ¡oh, implementara! una aplicación ad hoc.
Vuelves a oír que hay que poner en valor no sé qué activos, que se enriquece no sé qué, que no sé quien reporta a no sé que otro, y otra vez, misión, visión, valores, cultura, proactivo y reactivo, palabras metidas a calzador, que valen igual para un seminario de informática, que para una ponencia de análisis de costes, que para un curso de redacción. Por fin se analiza la diferencia entre urgente e importante. Ahora caes en la idea de que tu asistencia y la de la mayor parte de tus compañeros es importante aunque no sea nada urgente. Al principio lo intuías pero ahora es el corolario de la cuestión. Te extraña que, dado que de seguridad se habla, no asista algún conductor o algún cobrador de autobús o alguno de los que reciben las llamadas en el centro de control de emergencias, pero se conoce que eso no es importante, aunque sea lo más urgente.
Uno de los ponentes realiza una exposición magnífica sobre la seguridad en los túneles. Una lástima: tú y tus compañeros esperáis en vano un detalle mayor sobre los túneles de la carretera, pero resulta que el ponente sabía mucho de los túneles ferroviarios, pero poco de los túneles de carretera. En fin, seguramente vestía mucho contratar a un ponente de una empresa puntera del sector.
Otro de los ponentes repasa en media hora el mismo organigrama que ya tuviste oportunidad de estudiar en la intranet de tu empresa de autobuses. En cuanto termina, ves que sale disparado para el aeropuerto. Terminó la función.

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