2007/03/15

TRATO

Recibiste un trato excelente, inmejorable y, sin embargo, estás triste por ello y no sabes por qué.
El caso es que necesitabas comprar un cartucho de tinta negra para la impresora de casa, concretamente del modelo HP21. La última vez costaba unos dieciocho euros. Vas a El Corte Inglés. No sabes cual puede ser su precio en otros establecimientos, pero te da no sé qué preguntar y eso que no estás obligado a comprar por preguntar. Como el precio tampoco es demasiado elevado, no vas a una tienda de reciclado, por contraposición a lo que hacías con la impresora anterior, pero es que los cartuchos de ésa costaban el doble.
En El Corte Inglés puedes mirar y tocar sin que te molesten, puedes devolver sin que te den un vale ni te pongan mayores inconvenientes. Vas unos minutos antes de las tres de la tarde. Hay pocos clientes y también pocos empleados a esas horas.
En la sección de informática los que hay están hablando entre ellos, tienen pinta de estar con asuntos del trabajo. Coges el cartucho y discretamente te acercas a la caja. No tienes demasiada prisa. Te mantienes como a un metro. No quieres interrumpir a la cajera, que está hablando por teléfono, seguramente con algún departamento interno, porque oyes que dicta unas referencias o unos números de serie. Quizá no te ve o hace como que no te ve, pero tú tampoco la incomodas. Te mantienes así, mirando con disimulo, un poco para ella, otro poco para las estanterías y para el techo. No pasarían ni diez segundos cuando se acerca un dependiente o vendedor o empleado que andaba por allí. Mientras la chica sigue con sus asuntos internos, el empleado se hace cargo de ti, entra en la zona de mostrador, teclea seguramente su número personal, te cobra el artículo y te da las gracias, exactamente “muchísimas gracias”.
Tendrías que estar muy contento de la atención prestada y, sin embargo, estás triste, y lo peor es que, en contra de lo que dijiste al principio, sabes muy bien por qué.

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