2007/06/03

GANBAS, PABIMENTOS Y CLIENTELAS

Después de dar la vuelta habitual de los sábados por El Fontán, camino de casa te vas fijando en el suelo de las calles del Oviedo antiguo que te pillan de camino: plaza del Ayuntamiento, Cimadevilla… Te fijas porque el fin de semana pasada estuviste en Galicia. Entre otros lugares visitaste Pontevedra, con un precioso barrio antiguo. Te llamó la atención lo bien integrado que está el pavimento, en donde no se distinguen las tapas de registro en los suelos. Tienes que fijarte, y fijarte mucho, para descubrir que junto a cada portal hay una loseta de igual forma que el resto con pequeñas chapitas que indican su función: aguas pluviales, teléfono, gas, alumbrado, etc.
Tu ciudad, que te encanta, tiene el pavimento hecho una llaceria (el Word insiste en poner “yacería”, pero quieres poner la asturiana llaceria, de la misma raíz que llaga) y tiene algo que aprender de otros, aunque el alcalde se ufane en tener no sé cuantas escobas de oro o de plata. Venías pensando que podías mandar un correo al concejal de obras para que lo tenga en cuenta en próximas reformas. Acto seguido lo desestimas porque estando como está, en funciones, es perder el tiempo. Si no se te olvida lo dejas para más adelante, cuando se hayan constituido los nuevos ayuntamientos, con la esperanza de que ese correo caiga en mejor saco que los que los clientes te mandan a ti.
No venías mirando fijamente para el suelo. De vez en cuando levantas la vista y ves, sin detenerte, una carta de precios de una sidrería-restaurante de relumbrón, el Faro Vidio, que publicita mucho su comedor climatizado. No miras con detalle para la carta, miras simplemente al bulto, pero te parece hacer visto al paso una falta de ortografía. No te aguantas y vuelves sobre tus pasos, no muchos, siete u ocho. Descubres que metieron la ganba. No pides a un albañil que escriba bien gamba, ni bogavante, sí que escriba ventana con uve y pestillo con elle. Por lo mismo perdonas al camarero que ponga ladriyo, pero no ganba.
Qué imán tienes para las faltas y las erratas, sin que quieras decir que tú no las cometas, porque siempre te entra la duda con alguna tilde, algún veis, algún oía.
Posiblemente no pierdan ni un solo cliente por esa ganba. Lo perderían como te perdieron a ti en una sidrería de la calle Gascona por cobrarte la parte que habías consumido de una carne a la piedra pese a que dijiste que olía a atrasada (exactamente tu mujer, porque a ti te vale todo), y pese a que te ofrecieron otra cosa, que a buen seguro iban a cobrar, en vista de que no quisieron perder la parte de aquella carne olorosa.
También puede perderse un cliente si eres relativamente habitual, aunque no diario, de una cafetería, cuando ya vas a marchar dejas los euros justos y la camarera, que estaba atareada con otras cosas, cuanto os ve salir por la puerta, os dice delante de otros clientes que faltan por pagar los cafés.
Ahí ya no te fijas en si los rótulos se ajustan a la Real Academia de la Lengua, porque lo que lo que se infringió fue la discreción, no la ortografía. Esa metedura de ganba sí que puede originar la pérdida de un cliente.

No hay comentarios: