2007/06/26

LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA SEGÚN QUICO

Hace unos días bajaste de internet el documento Participación Política, Calidad de la Democracia y Presencia Pública de la Iglesia, elaborado por el Departamento de Sociología del Arzobispado de Oviedo. Decir que fue elaborado por un Departamento parece mucho, pero en realidad el Departamento son dos, José Ramón Álvarez Álvarez, Quico, y Parrilla, un colega suyo. Te recuerda a otro compañero, también de esa época, que derivó hacia la Psicología, que cuando inició su ejercicio liberal con una consulta, recibiste en casa unos folletos publicitarios anunciando que en su gabinete los niños serían atendidos por el Departamento de Psicología Infantil: si se trataba de adultos con eyaculación precoz, por el departamento de Sexología y Pareja, cuando sabías que era él solo. La consulta prosperó y con el tiempo aquella publicidad llegó a ser verdad.
Conoces a Quico desde los diez años, cuando ingresasteis en el Seminario de Covadonga y estuvisteis juntos nada menos que ocho años, incluso algún curso fuisteis compañeros de pupitre.
Quico era bastante buen estudiante, bastante buen futbolista y también jugaba bastante bien unos partidos con cromos encima de las camas, cuando se organizaban competiciones con una bola de papel de plata y los futbolistas eran cromos de distintos equipos. Las camas eran campos de fútbol y, fieles a su modelo, las había lisas, las había hundidas por el centro, y también con baches. La cama de Quico era una cama perfecta para jugar a ese fútbol. En fin, que Quico lo hacía todo bastante bien.
De todo este te acordaste este domingo cuando coincidisteis, no en misa, sino alrededor de una sidra en La Torre, un restaurante situado en su parroquia. Le prometiste que ibas a leer su trabajo. Hoy lo acabas de hacer.
Te parece un trabajo tan demoledor como anunciaron los medios de comunicación. Formalmente empieza con una introducción, pero, fiel a la palabra, entra inmediatamente en materia y relaciona directamente el caso de Juan Chaos, sin citarlo por su nombre, con la crispación, “sin que a ello sea ajena la propia institución eclesial”.
A partir de ahí da un repaso contundente a la partito-cracia, que no se identifica necesariamente con demo-cracia, a la falta de democracia interna de los partidos, a la corrupción, en especial, en el ámbito municipal; al electoralismo, a los lobbies, a los medios de comunicación, incluidos los de la Iglesia.
Cuando lo terminas de leer, te preguntas ¿y ahora qué? como si echaras en falta una receta, o al menos, alguna directriz, algún criterio. Nada. Es entonces cuando te das cuenta que el informe es del Departamento de Sociología, que es como una cámara de fotos o de vídeo, que describe pero no prescribe. Describe hechos y situaciones, pero no prescribe cómo hay que actuar.
“¿Qué hacer?”. Ah, eso ya es otra ciencia. No en vano Lenin escribió una obra con ese título.

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