2007/06/05

POR LA INCINERACIÓN Y POR EL DESPARRAME DE LAS CENIZAS

Un día de esos que coges de permiso para ir con tu madre al médico, al banco, al Alimerka, etc., te da por subir a Fresneo, un pueblo que se ve desde Fierros. Exactamente se ve una casa, pero es suficiente para decir que se ve el pueblo. Al fin y al cabo, decimos que Colón descubrió América, y solo descubrió una parte.
En Fresneo, ves con sorpresa bancos rojos de tu empresa a la puerta de alguna casa. Posiblemente tengan mas uso allí, con haber un único habitante censado, que en alguna estación. El rojo del banco metálico pega en la antojana como un huevo a una castaña, pero, económico sí habrá sido al menos, y no va a ir ningún Concejal a denunciar que aquello no es un ejemplo de integración.
Después de sorprenderte (bueno, no tanto) con esa extravagancia estética, decides entrar en el cementerio de Fierros, el cementerio al que fuiste muchas años en tu infancia. No te da, por el momento, por organizar excursiones a los cementerios, pero sí por hacer alguna incursión si tienes tiempo y vas solo, que estas manías no son para compartir.
Ves tumbas y nichos, y hay de todo: cuidados, descuidados, abandonados. Ves el nicho de un cura del que nunca oíste hablar, y lees: D. José Cabezas, Párroco, DEE. No sabes que habrá querido decir el pintor de brocha gorda con DEE. No recuerdas de niño la tumba de ese párroco, pero te duele ahora que no haya habido en la parroquia una peseta de solidaridad para él, que cuando murió pensaría que su feligresía era su familia. No es precisamente el muerto el que pierde su dignidad por apariencia tan triste y abandonada. Quedan restos de una vela que quizá alguien habrá puesto por compasión o por vergüenza, y un vaso ahí abandonado a falta de otra repisa.
Y las ortigas. Ahí se hace gráfica la expresión de estar echando ortigas. Matrimonios que conociste…y que no hace tanto que murieron, ahí están juntos para siempre echando ortigas.
Y enterramientos con pretensiones de mausoleos que ya nadie visita. Ves mármoles muy finos y de buena calidad clamando por una bayeta y por una visita.
Así estará el cementerio, solo, abandonado, hasta el primero de noviembre o hasta que la urgencia de una muerte obligue a que alguna mujer (estas manualidades son cosas de mujeres) acometa una poda de urgencia.
Mejor la incineración y echar las cenizas al aire. Ganamos espacio y, sobre todo, evitamos tristezas.

No hay comentarios: