2007/09/06

CORRIENTES DE AIRE

Ya puedes tener el mayor apuro del mundo, que tu periódico habitual no va a la basura sin haber leído las esquelas y las cartas al director, que están en la misma página. Otro día te meterás con las esquelas, que hoy te tocan las corrientes.
A veces las cartas al director incluyen lamentos entrañables. Lees la de una buena señora que se queja del hogar del pensionista de Noreña: “Estoy segura de que alguien se preguntará por qué hago esto público. Pues les diré que tengo motivos suficientes para hacerlo. En primer lugar, porque después de estar una semana sufriendo lo indecible terminé postrada en la cama de un hospital durante quince días debido a una corriente de aire que me produjo una bronquitis con un punto de asma agudo, y todo esto porque un miembro de la directiva se negó a cerrar una ventana que estaba abierta, cuando no debería estarlo”.
Será verdad, pero, lo dicho, entrañable.
A veces se habla del tiempo con frivolidad, pero la cosa puede ir a mayores. Uno de tus mejores amigos se separó de su santa esposa por la discrepancia sobre la compra de un ventilador portátil en un día de esos inhabitualmente calurosos que achicharró durante unos días a Asturias Paraíso Natural.
No vas a desvelar ningún secreto profesional si proclamas aquí que los señores clientes se quejan a veces del aire acondicionado de los trenes. Hablamos de viajes que pueden durar una media de treinta minutos.
Recibes esas quejas con agrado porque son prueba evidente de que lo demás va debidamente encarrilado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Lo que importa es quejarse de todo, que además de sano, es gratis.