2007/10/30

LA AGRESIÓN RACISTA DEL TREN

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Que si no tienes nada que decir de la agresión racista del tren. Sí, tienes que decir que te repugna, y que te repugnan la violencia, los chulos y los matones.
Pasó ya un tiempo y va a ser difícil ser original. Tampoco lo pretendes. Si escribes nada más tener las primeras noticias de algo, corres el riesgo de precipitarte en las apreciaciones. Si esperas a tener más datos es difícil no coincidir con alguna opinión que ya hayas leído u oído. Es fundamental no engañarte a ti mismo, no copiar, y si copias o te inspiras en algo tener la modestia de reconocer las fuentes de inspiración. Por suerte para tu libertad de expresión, los hechos ocurrieron en una compañía de ferrocarriles diferente a la tuya. En la tuya sucedió lo del interventor que pidió únicamente el billete al viajero cubano negro, también en Cataluña. La letra pequeña del contrato de transporte establece que el interventor te puede pedir el billete cuantas veces sea preciso. Contra viento y marea y en contra de la opinión de todo el mundo entiendes que los trenes no están excluidos de la aplicación del artículo 7.2 del Código Civil: “La Ley no ampara el abuso de derecho ni el ejercicio antisocial del mismo”. Dicho esto, vuelves a lo ocurrido en los otros ferrocarriles.
No sabías cuándo tuvieron lugar los hechos y te extrañó que imágenes así salieran a la luz pública sin más ni más. Te parecería extraño que en un visionado rutinario se hubiera detectado la agresión y más te sorprendería que fuera la empresa la que en un inaudito alarde de transparencia informativa hubiera colgado el vídeo en el youtube para autoflagelación y escarnio públicos porque a ninguna empresa le interesa publicitar que en su ámbito ocurre nada que no sea maravilloso. Algo más tenía que haber.
Te pareció a la vez comprensible y deleznable o deleznable y comprensible, porque no quieres que el orden implique ningún plus, que el otro viajero mirara literalmente para otro lado según se producía la agresión, que duró unos segundos. Con esto no quieres decir ni que fueran pocos ni que fueran muchos porque los que fueran le habrán parecido interminables a la víctima.
Todo el mundo se echó en contra de este testigo, que te recordó la canción EL COBARDE, de Víctor Manuel.
Vuelvo a mi pueblo pequeño
la gente sonrie, murmura al pasar
“Mira aquel joven cobarde
que vuelve la espalda en vez de luchar”
Te pareció un espectáculo demagógico la movilización del Ministerio de Asuntos Exteriores de Ecuador, pero lo comprendes porque los gobernantes a veces a falta de resultados, necesitan imágenes que les ayuden a seguir ganando elecciones.
Después de las archirrepetidas primeras imágenes salieron a antena otras más: cómo el testigo señala repetidamente a las cámaras del tren que grabó lo ocurrido. Esta imagen supone una ruptura con lo anterior. Podemos, si queremos, seguir llamando cobarde al testigo, pero su aportación acabó siendo imprescindible para que las imágenes se acabaran viendo en todo el mundo. Con su aplomo habrá tirado piedras contra su propio tejado, pero a la larga puede acabar consiguiendo una mayor tolerancia hacia el colectivo de inmigrantes, entre los que también se encuentra.
Al final el cobarde le dio la pista a la agredida y la compañía ferroviaria no habrá tenido más remedio que aportar la cinta a la investigación. Cómo se filtró la cinta se acabará sabiendo, pero es un asunto menor. Te recuerda el dicho de Tagore: cuando el sabio señala la luna con el dedo, el necio mira al dedo.
En cuanto al análisis de fondo, te resulta prácticamente imposible pensar como ciudadano sabiendo que ese comportamiento, el que sea, habrá de tener encaje en una figura penal determinada. Tienes presente el artículo 1º del Código Penal: “No será castigada ninguna acción ni omisión que no esté prevista como delito o falta por ley anterior a su perpetración”. También tienes presente el artículo 4ª: “Las leyes penales no se aplicarán a casos distintos de los comprendidos expresamente en ellas”, es decir, que no cabe aplicar el derecho penal por aproximación o analogía. Recomiendas no solo respecto del código penal sino de cualquier norma, una máxima: pensar que en un momento nos puede beneficiar, pero en otro nos puede perjudicar. Se trata de mantener una actitud distanciada en relación con la norma.
Repasas el Código Penal para ver dónde se puede encuadrar este comportamiento. No lo vas a reproducir por ser demasiado técnico y farragoso pero cualquier persona sabe que, por lo que se fue publicando, el cafre del tren no está del todo en sus cabales. ¿Cuánto? se verá. Sí lees que entre las circunstancias agravantes está la de “cometer el hecho por motivos racistas, antisemitas u otra clase de discriminación referente a la ideología, religión o creencias de la víctima, la etnia, raza o nación a la que pertenezca…”.
Esas son las circunstancias agravantes, pero no el hecho en sí. Hay empate entre circunstancias agravantes y atenuantes.
Vas al artículo 147 del Código Penal, dentro del título de las lesiones: “El que, por cualquier medio o procedimiento, causare a otro una lesión que menoscabe su integridad corporal o su salud física o mental, será castigado como reo del delito de lesiones con la pena de prisión de seis meses a tres años, siempre que la lesión requiera objetivamente para su sanidad, además de una primera asistencia facultativa, tratamiento médico o quirúrgico. La simple vigilancia o seguimiento facultativo del curso de la lesión no se considerará tratamiento médico. No obstante, el hecho descrito en el apartado anterior será castigado con la pena de prisión de tres a seis meses o multa de seis a 12 meses, cuando sea de menor gravedad, atendidos el medio empleado o el resultado producido”.
El hecho no originó ninguna alarma social, aunque se abuse de este nombre. Solo sirvió para que mucha gente que querría acabar con los inmigrantes se diera unos hipócritas golpes de pecho. Te pareció que el Juez fue valiente y no se aquietó al murmullo mediático, que quería al joven en la cárcel. Hubiera sido demagógico porque a buen seguro lo habría soltado a la semana. Y en este punto te remites a lo leído en http://www.sinlavenia.com/?p=493
Casualmente no pasaría ni un minuto desde que habías leído ese comentario, cuando desde la salita te dicen que va a hablar en la tele el agresor del tren. Te negaste a oírlo.

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