2008/03/08

EL ASESINATO DE ISAÍAS CARRASCO

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Estarías mirando el reloj para ver si daban de una vez las dos y podías tomar un poco de sidra, pero faltaba todavía un cuarto de hora. Cuando apagaste el ordenador, ya le habían pegado cinco tiros a Isaías Carrasco.

Fuiste tan tranquilo y estuviste departiendo con Emilio y con Nieves de lo divino y de lo humano, de nombres curiosos de las esquelas (otras esquelas), de futuros conciertos y del origen geográfico de vuestros castellanos apellidos, Luengo, de Melgar, Albalá de León. Fue marchar ellos y llegar Rafa, otro habitual, y, acto seguido, tu hermana. Salió la conversación de que su suegro y vuestro padre eran compañeros en el taller y tú no lo sabías. Al poco llega Germán el de HUNOSA e Isauro, de Fierros y la conversación derivó sobre fotos del pasado y genealogías varias.

Ya habría empezado el telediario y es seguro que estarían dando la noticia pero vosotros estabais comentando otra muerte, la de Francisco José en Argentina, al que incineran este sábado en su tierra. Al encuentro que tuviste con Francisco José le dedicaste hace unos meses, cuando lo conociste, uno de tus artículos más logrados, y perdón por la autocita.
Con tanto interlocutor y tanta conversación, llegaste a casa a la hora de la segunda copa si hubiera la costumbre del café. Mientras comías, con Radio 5 de fondo, oíste que algo había pasado, que habían matado a un antiguo concejal del País Vasco, de nombre Isaías Carrasco. No son nombres ni apellidos vascos. Oíste los primeros comentarios de condena mientras te preguntabas de qué partido sería el asesinado. No tardaron en decir que era del Partido Socialista, pero ¿qué más te daba? ¿qué consecuencias diferentes se derivarían si el asesinado fuera del PP? Las ideas se disparan aunque no quieras y no piensas que puedan asesinar a concejales de otros partidos.
Tu mujer salió a hacer unas compras y no comentaste nada. Dormiste la siesta y aprovechando que la casa estaba en silencio leíste unas páginas de Azorín. Cuando terminó el silencio pusiste el teletexto, más que nada por saber la edad del asesinado y cuándo había sido concejal. La información no iba mucho más allá. No te paraste ni siquiera a leer las previsibles opiniones.

Os llamaron unos amigos para salir a tomar unos vinos. No sueles hablar de política con ellos y nada se habló del asesinato. En el bar donde estuvisteis no se cabía. No parecía que aquella mañana hubieran matado a nadie. Volvisteis para casa. Mientras pelabas una manzana pusiste Radio Clásica. No querías oír ninguna emisora que mezclara informaciones con opiniones para formarte tú mismo la tuya propia.
Terminada la manzana, te conectaste a internet y entraste en Le Monde y en The New York Times porque te parece que pueden dar la información más aséptica. Quedaste helado con el comentario de un forista. Una vez más Le Monde llamaba a ETA “la organización separatista”. Como dice el espontáneo, imperdonable aunque sea un despacho de agencia. Menos mal que a la Erzaintza la llaman “policía española”.

Même si c'est une dépêche d'agence, on ne peut pas admettre que le Monde traite une bande terroriste d'"organisation séparatiste"; un tir dans la nuque de "méthode habituellement utilisé par les séparatistes" et parler de "quarante ans d'attentats pour l'indépendance du Pays basque" sans sentir qu'il adresse une insulte aux victimes de ces assassins et à tout le peuple espagnol.


No va mucho más allá The New York Times que se refiere a ETA como the basque militant group. Buscas en el Collins de bolsillo la traducción militant group y significa lo que parece: grupo militante.

Estás acostumbrado a ver que se sacan conclusiones de los atentados y tú te deslizas sin querer por ese camino. Por de pronto te parece, ya lo dijiste, que solamente podían ser objetivos de ETA los concejales de los dos partidos que estuvieron en el poder central y los que pueden oponer resistencia en el País Vasco al avance nacionalista. De paso meten el miedo en el cuerpo a cualquier humilde ciudadano que se quiera presentar para concejal en el futuro, preocupado simplemente en mejorar el alumbrado de las calles o la limpieza de los colegios. Piensas en este momento en Luis, el concejal del PP de Llanera, con el que coincides a veces viendo al Sporting cuando lo televisan a las doce; o en tu vecino de arriba, Roberto el alcalde de Belmonte, del PSOE; o en Gema, la concejala del PSOE de Pola de Lena; o en Carlos Blanco, tu compañero de promoción, concejal en un pueblo de León, también del PSOE, estos últimos en la oposición, que poco sacarán en limpio.

¿Y qué decía el programa del PSOE para las elecciones de 2004? Esto.

Todos contra el terrorismo; todos con sus víctimas.
Para los socialistas, el terrorismo sigue siendo el único conflicto no resuelto de los que afectan a la convivencia de los españoles. Su presencia –vil y cruel- se mantiene viva en los atentados, chantajes y amenazas que, con mayor o menor frecuencia y mayor o menor gravedad, se siguen produciendo. Su presencia también se hace viva en los miles de víctimas que, con su testimonio de dolor y compromiso, recuerdan a diario a la sociedad que el terror carece de principios, que no persigue más objetivo que su propia supervivencia y que la paz y la libertad no se consiguen cediendo a sus amenazas.
Nada ha dado ni dará mejores frutos para la erradicación definitiva del terrorismo que la combinación de la acción policial decidida y constante, la eficaz cooperación internacional, la movilización de los ciudadanos y la unidad de los demócratas.
Basándonos en estas convicciones, propusimos al Gobierno un Pacto de Estado por la Libertad y contra el Terrorismo en el que se incluía el compromiso de renunciar a la utilización del terrorismo como arma electoral.
Los socialistas creemos que hay que comprometer todos los recursos morales y materiales en la lucha contra el terrorismo y en la reparación de sus efectos. Por todo ello, Nos comprometemos al cumplimiento escrupuloso y estricto del Pacto de Estado Por la Libertad y Contra el Terrorismo suscrito entre el Partido Socialista Obrero Español, el Partido Popular y el Gobierno de la Nación y, en especial, a renunciar a la utilización política del terrorismo; nos comprometernos a mantenerlo vivo y en vigor hasta la derrota total de ETA o su disolución efectiva.
Nos comprometemos a la observancia estricta de la Constitución y por tanto rechazamos cualquier negociación que implique el pago de un precio político democrático por el fin de la violencia.
Cuando acabaste de leer esto hiciste una mueca, apretaste los labios, en ese gesto típico tuyo, y acto seguido respiraste hondo por la boca.
Promoveremos el diálogo entre el Gobierno de la Nación y el Gobierno del País Vasco con el objetivo de comprometer la acción conjunta de ambos en la lucha contra el terrorismo en todas sus manifestaciones y para la coordinación de todas las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad.
Compareceremos en el Parlamento para informar a los Grupos Parlamentarios del estado de la lucha contra el terrorismo, con el fin de buscar estrategias comunes en la que también se incluyan iniciativas concretas para asegurar el derecho a la vida y a la libertad de expresión, manifestación y pensamiento de cuantos se sienten abstracta o concretamente amenazados.
Mantendremos el apoyo moral y material a las víctimas de la violencia terrorista.

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