2008/03/31

ZOCOS A LA MODERNA, por Carmen Ruiz-Tilve (en LNE)

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Se abrió el Calatrava, y fue algo así como el parto de los montes, ustedes ya me entienden. Tres plantas angostas que, en general, ofrecen lo mismo que actualmente se encuentra no sólo en Oviedo, sino en cualquier ciudad de España. Globalización para adocenarnos por fuera y, a este paso, también por dentro. Galerías que, como catacumbas, ordenan el flujo humano de los mirones, derecha e izquierda, con un cierto aire, a vista de mirón, de las galerías de las cárceles modelo, como si el afán consumista bajo techo nos secuestrara. A la puerta, bajo la espectacular visera de vidrio, porque espectáculo no falta, se vuelve a la vida, con vendedores de lotería que ofrecen la suerte del dinero para comprar más, un espacio raquítico para niños que emula lo que fue el parque Clarín, ya frondoso, que allí tuvo su solar, bien distinto de los arbolitos agonizantes, ya que el arquitecto dibuja con desparpajo y rotulador verde. Al lado, la iglesia que, ahora altaricona, pone en evidencia que está fuera de programa, y a ver lo que tarda en aparecer Cristo dispuesto a echar a los mercaderes. Es curioso el papel subsidiario de los niños, aprendices eficaces de consumidores, a los que se deja lo mínimo, que ya se sabe que los metros cuadrados son oro. Dentro, pequeñísimos retales de espacio para ellos; fuera, lo que se ve. Eso sí, muchas tiendas de ropita y peluches.

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