2008/12/03

PONTIFICANDO. EXAMEN DE CONCIENCIA, de Ferrater Mora

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Sigues leyendo a salto de mata a Ferrater Mora intercalándolo con otras lecturas. En su libro EL HOMBRE Y SU MEDIO agrupa una serie de artículos bajo el epígrafe general “Pontificando” y uno en concreto se titula “Examen de conciencia”. Te ves reflejado en él, lo pones aquí como penitencia y autocrítica, pero sin propósito de enmienda.

Ahí va un extracto.

Los que escribimos (aunque sea, como yo, ocasional y tardíamente) para los papeles, corremos un riesgo del que casi nunca escapamos: el de pontificar.

Por su puesto que no siempre que se escribe para los diarios se pontifica. El gacetillero no pontifica; ni el asunto que reporta, ni el modo de presentarlo se lo permiten. Tampoco pontifican (en puridad) los que tienen a cargo secciones especiales; el crítico de teatro, cine o música, el cronista de política exterior, el que lleva la columna religiosa o la página financiera. Todos ellos corren riesgos y sucumben a ellos cada dos por tres; el de sustentar opiniones arbitrarias o dogmáticas, el de estar insuficientemente informados; el de ser vacíos, hinchados, pomposos, estúpidos, deshonestos, incompetentes; el de escribir a todas ya locas; el de servir intereses creados o el de coadyuvar a que se creen intereses. Cualquier diario o revista, aun los de más limpio linaje, está plagado de errores, sinsentidos, necedades y malas mañas. Pero solo algunas partes de las publicaciones periódicas exhiben descaradamente la funesta manía de pontificar.

Pontificar, ¿qué es eso?

Imaginemos a un personaje y llamémosle Juan. Juan está sentado con varios amigos en una tertulia. Juan se despacha a su gusto en medio de un corro donde se debate el destino de la civilización, los fines de la educación superior, la influencia del arte sobre la sociedad (o de la sociedad sobre el arte) la liberación sexual, el carácter religioso de las revoluciones (o el carácter revolucionario de las religiones) el oro y el moro.

Pontificar ex expresar un actitud al mismo tiempo desdeñosa (¿cómo no se le había ocurrido a nadie?) y condescendiente (vea usted, amigo del alma, lo que sucede cuando la gente no ha pensado a fondo en asunto).

Ni que decir tiene que Juan no tiene enteramente la culpa de ser Juan. Los que escribimos para los papeles tenemos todos un poco de Juan, y lo que nos distingue a algunos de Juan es sólo que tratamos de no parecernos a él, y hacemos todo lo posible para no pontificar más de lo que sea estrictamente necesario. No siempre lo logramos porque los presuntos lectores nos piden, o presumimos que nos piden, escribir sobre lo humano y lo divino; hay que cambiar de temas para no causar aburrimiento, y hay que hablar con cierto aplomo, porque de lo contrario, ¿para qué escribir artículos sobre tantas cosas, humanas, inhumanas, divinas? Mejor sería callarse, pero en vez de ello sacamos a relucir un tema, uno de tantos, el de pontificar, y nos ponemos a hablar de él con todo aplomo, como si estuviéramos al cabo de la calle, como Juan, vamos, pontificando, pontificando, sobre lo malo, lo ridículo, lo cargante, lo excusable, lo inevitable que es pontificar
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4 comentarios:

Anónimo dijo...

El ejemplo de Ferrater Mora es perfecto. Y puede que esté pontificando con esta contundencia en la afirmación. Menos mal que yo no escribo...Y la pontificación, en mi caso, tiene un alcance corto que no deja secuelas. No sustenta ni corre el riesgo de contribuir a generar opinión. Se queda en circulos reducidos de intercambio de opiniones.A veces ni eso. Intercambio conmigo misma, y como tal, seré tan pontificante hablando como respondiéndome. Puedo pontificar sin problema. Y por eso sigo pontificando mientras me estoy expresando ahora.Efectivamente,es inevitable.

Una pregunta que me hago.¿Cómo escribiendo y analizando tan bien como lo haces (es una evidencia, no un "pasarte la mano") no te dedicas a ello de lleno?... Por lo que llevo leído no se te resiste género alguno. Del ensayo nos das muestras frecuentes. La narrativa no parece que tenga para ti secretos. Y hasta las crónicas sociales con un toque de frivolidad, elegante en el ejercicio literario, están a tu alcance.Si además parece que estés prejubilado, a juzgar por el tiempo del que dispones :escribes bastante, lees abundantemente ya que lo haces simultaneando la lectura de varios libros ...una de dos:
1. O me reafirmo en lo de la prejubilación
2. (más probable) O esto sirve, en algún modo, a tu trabajo. Algo así como la formación permanente en el terreno de lo laboral...
¿Esto es pontificar?...

Anónimo dijo...

Cabe una tercera..
3. Jornada de 65 horas samanales

Luis Simón Albalá Álvarez dijo...

¡Díos mío, me quieren prejubilar! ¡Y eso que la foto es de hace dos años!

Anónimo dijo...

Sr. Albalá: aunque no entro a valorar el asunto de las jubilaciones, creo que para nada depende del aspecto. Y si de la edad se trata, no anda usted tan lejos...Conozco a prejubilados (y no precisamente de la minería, sino del sector bancario...) que pasaron a ese estado a los 52. Su foto nada tiene que ver.Por cierto, lleva usted un tupé estupendo.
Saludos
Karen Dinesen