2009/02/23

EN TORNO A LA DOLENCIA DEL JUEZ GARZÓN

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Notas una cierta alegría a un amigo votante del PP (porque no hay más a la derecha) que te dice que ingresaron al juez Garzón por una crisis de ansiedad. Lo entiende porque con el lío en el que se metió y el canguelo que tendrá en el cuerpo, normal.

Encuentras informaciones dispares en la prensa del día siguiente. Algunos medios ni lo publican, otros dicen que salió de la Audiencia Nacional con la cara desencajada, con la mano en el pecho y que ingresó en un hospital por una subida de la presión arterial.

No se acaban de concretaR estas cuestiones del alma, más que del cuerpo, tan intangibles.

Dices ansiedad, y a continuación, lo que te sale es poner música al bolero y entonar ”…de tenerte en tus brazos, y en la boca volverte a besar”, y te imaginas a un pobre enamorado de impoluto traje blanco estilo Humbrey Bogart o Frank Sinatra encendiendo un pitillo tras otro y mordiéndose las uñas en la interminable espera de la persona amada.

Pariente y a veces gemela de la ansiedad es la depresión. La depresión, que es una bajada, en principio te parece lo contrario de la ansiedad, que es una subida, pero como estás acostumbrado a que se utilicen como sinónimos, si oyes que alguien está triste y cogió la baja, dices que tiene una depre si te cae neutro o mal, o que sufre una crisis de ansiedad si te cae bien.

Una subida de tensión es literalmente una hipertensión. Al Juez Garzón no te lo imaginas deprimido, aunque casos conoces de gente en principio hiperactiva que sorprendentemente cogió la baja por depresión o ansiedad, no sabes bien cómo te referías al caso, o depende.

Hace unos días saludaste a un compañero, castellano franco, y cuando le dijiste que hacía un par de meses que no coincidías con él te dijo que estuvo con algo de ansiedad, con un poco de depresión y él mismo estableció la identidad.

En otros casos uno mismo (y esto es puramente un ejercicio dialéctico) si está simplemente triste dirá que tiene ansiedad, pero cuando lo supere y lo cuente dentro de cinco años dirá “cuando tuve aquella depresión …”.

En fin, que no sabemos qué le ocurre al el Juez Garzón y a otros hombres del montón, pero solamente cuando pase el tiempo se llamará a las cosas por su nombre.

Lo que no se puede decir nunca es que está uno triste. Eso es de una flaqueza de ánimo imperdonable.

8 comentarios:

miner dijo...

Pues la verdad ye que Garzón tiene cara triste.
Podía dejar algo para los demás, siempre hay un Juez hecho a la medida, de los "aforrados".

Anónimo dijo...

..... quiso ser estrella y estrellose.

Anónimo dijo...

Ya dimitio o dimitieron,el ínclito Bermejo "el Orión del Hemiciclo".

Daniel dijo...

Le entro la depresión, despues de ver la corrupción del PP. Facil?. Asi de sencilla es la politica en este pais.

Anónimo dijo...

que se joda...dijeron los muflones

Anónimo dijo...

Vale más Garzón a mano que todos los demás pájaros volando....mal que pese a ......los de siempre

Anónimo dijo...

El juez Garzón, en la soledad de su despacho de la Audiencia Nacional ,
redacta una providencia. De repente, el silencio se ve interrumpido por un
extraño sonido , alguien chista:

- 'Chisssss, chissssss'.

Garzón levanta la vista de las cuartillas, pero no puede ver a nadie, está
solo. Al cabo de unos segundos, se repite el sonido:

- 'Chisssss, chissssss'.

Perplejo, vuelve a extender la vista por todo el despacho. Nada, nadie....
Una tercera vez, se repite el fenómeno:

- 'Chisssss, chissssss'.

Se levanta de la silla dispuesto a lavarse la cara y entonces se percata de
que el Cristo del crucifijo que preside su despacho le quiere hablar,
Garzón le mira y le oye decir:

- Y de lo mio, ¿que?


saludos ayeranos

miner dijo...

Son las ocho y medía y Mariano sigue sin dimitir.