ES TU VOZ, ES TU VOZ, ES TU VOZ, TU VOZ

Una de las piezas que el tu corín tiene en su repertorio es un sencillo poema, como todos los suyos, de Antonio Machado. Y uno de los pasajes en los que más atentos tenéis que estar los tenores (los tenorinos, ay tenorinos, cuántas broncas) son esos compases cuando entonáis “es tu voz, es tu voz, es tu voz, tu voz” reproduciendo una especie de eco que Machado no puso, pero que el adaptador musical incorpora con acierto.

O tú y yo jugando estamos
al escondite, Señor,
o la voz con que te llamo
es tu voz.


Tu voz. Si pinchas en un periódico, EL MUNDO, por ejemplo, para que no se diga, por sus artículos de opinión, y comienzas a leer los trabajos de firmantes o aludidos, ves citado a Chaves y te imaginas sus tropiezos y sus minoyes, ves a Trillo y te lo imaginas con el envaramiento de un costalero, ves a Garzón y lo estás oyendo con su voz aflautada que no encaja en su corpacho, ves a Pedro Jota y estás en su tonillo matizón e incisivo, ves a Antonio Gala y oyes a Antonioooo Gaaala, ves a Aznar y no sabes cómo puede pronunciar palabra apretando tanto los dientes, pero ves a David Gistau o a Arcadi Espada y no les pones voz, te resulta imposible radiofonizar sus artículos y eso que como los identificas con una cara, puedes asociarle una voz. Más difícil se te hace poner voz a quienes nunca se la oíste y, además, tampoco difunden su cara, por ejemplo, el columnista José Manuel Ponte de La Nueva España y otros periódicos de la cadena.

¿Y qué voz te ponen a ti esos lectores que no te conocen, solamente por esa foto del blog que ya es tiempo de ir actualizando? Te pondrán un vozarrón, una vocecita, una voz matizada, una voz victormanuelesca, una voz de predicador, una voz de mítin ante un jurado.

Hoy, tirando de guía telefónica, te dio por conectar con un bloguero que te lee habitualmente y te dijo que no te imaginaba con esa voz.

Pues es tu voz, es tu voz, es tu voz, tu voz.

Pero estén tranquilos otros lectores y comentaristas, que no vas a iniciar una ronda de contactos.