2009/12/18

LA FRACASADA FOSA DE GARCÍA LORCA

A veces resultan exiguos los veinte minutos del café, por ejemplo, si se toca el asunto de la búsqueda fallida del cadáver de García Lorca. Alguien quiere decir ahora que no es un fracaso no encontrar sus restos. Hay quien no los admite en una iniciativa suya o de los suyos, o no los reconoce hasta la publicación de sus memorias. Bien podría decirse, si el asunto diera lugar a una broma, “antes muerta que sencilla”.

Posiblemente tengas escrito por aquí que tu familia más directa, padres, abuelos y sus hermanos, no sufrieron las consecuencias directas de la guerra. Es más, no te suena haber oído que nadie estuviera en ningún frente. Sí en tu familia política, en donde hubo refugiados y muertos entre los maquis.

En un imposible ejercicio teórico te preguntas cuál sería tu actitud si hubiera un muerto por identificar, un cadáver por descubrir. Como no lo tienes te aventuras a opinar que te gustaría saberlo simplemente por saberlo. A lo mejor optabas por recuperar el cadáver, o no, pero sí querrías saber dónde está. De todas formas no estás muy seguro porque a lo mejor el interés no queda ahí, en el cuerpo, sino que querrías ir más allá, saber cómo murió, si fue en una acción en el frente o en la retaguardia, si medió un chivatazo.

Te preguntas, de paso, si es posible en este terreno una investigación neutra, aséptica, científica que, además, sea próxima en el tiempo. Lo tienen difícil los historiadores de la historia reciente cuando están todavía tiernos los hechos y vivos los testigos y los propios investigadores no vienen de otro mundo, sino que tienen su saco de prejuicios, de vivencias, de historias familiares.

Lo dicho, una suerte no tener que elegir.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

No te conoce el lomo de la piedra,
ni el raso negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.

El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y montes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.

Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.

No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.

La tristeza que tuvo tu valiente alegría.
Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.




Federico García Lorca