2010/04/29

GESTOS ANTE LA CORNADA


Ves en EL PAÍS una extraordinaria foto de la agencia EFE en la que aparecen una buena selección de gestos y actitudes de los espectadores ante la grave cornada que sufrió el torero José Tomás en la mejicana plaza de Aguascalientes.

Yendo la escritura latina de izquierda a derecha, en el análisis de las fotos la vista te lleva a fijarte en los personajes guardando el mismo orden, de izquierda a derecha, por eso se te ralentiza la mente cuando en un pié de foto cualquiera, el redactor cita a los figurantes de derecha a izquierda porque te cuesta el doble de trabajo situarte, hasta el punto de que a veces necesitas la ayuda del dedo para ubicar a cada personaje.

Pues bien, empiezas por la izquierda, por el adulto de pocas entradas de guayabera blanca. Estas oyendo la fuerte aspiración del aire entre los dientes por su boca casi cerrada. Encuentras un parecido familiar con el compañero de camisa rosa que está a su lado. Quieres detectar una respuesta genética, por eso los ves con el mismo gesto.

La chica de melena que viste sin mangas y come posiblemente unas patatas fritas, se tapa inexpresiva y muy ligeramente la boca, con educación, pero no soltó la bolsa ni la espachurró. Es pronto para sacar conclusiones sobre lo ocurrido y la trascendencia está por ver.

Del que se tapa los ojos, poco más se puede decir. Su expresión está dentro de las esperables. Sabe que en una plaza de toros es posible vivir una cornada, pero él no quiere ver las consecuencias.

Detrás de él, el señor de gafas oculta sus ojos pero por el rictus de su boca podría estar conteniendo la respiración.

Se agradece al de camisa oscura que se eche las manos a la cabeza, porque si no hubiera uno así, habría que ensayar un montaje fotográfico para que apareciera un ejemplar.

A su altura, el del sombrero parece un doble de Bob Dylan, también inexpresivo, quizá pensando que la respuesta está en el viento.

Debajo de él está un fotógrafo frío. Quiere dejar una imagen para la posteridad y agarra la cámara con las dos manos para que no le tiemble el pulso pero con el otro ojo quiere ver en directo lo que ocurre.

A su lado, el de niqui blanco fija su mirada un poco en lo que él ve y otro poco en lo que describe su acompañante femenina.

Encima está el espectador impasible, como diciendo que ya decía él que eso podía pasar.

A su lado su compañera se tapa la boca, cierra un poco los ojos como no queriendo ver del todo. Estás oyendo sus gritos.

La chica del bolso rosa y collares es una señora bien portada y no quiere que la pasión le haga perder una escena que podrá contar a quien la quiera oír con todo detalle, porque no se perdió ni uno.

A su lado aparece una autóctona, que aúlla como nadie. Quizá los indígenas expresan sus sentimientos con menos filtros y tapujos.

Encima está el turista por antonomasia. No le da más el directo, él saca la foto a una sola mano, como turista avezado que es, para que conste que estaba allí.

A su lado la joven de ancho escote reproduce en light y en femenino el gesto de los genéticos de la izquierda.

Por último, la mujer de oscuro de la derecha, aprieta el bolso con fuerza como si quisiera contener la hemorragia. Tiene que sujetarse en su acompañante indígena porque le falta poco para saltar a la plaza a socorrer.

2 comentarios:

miner dijo...

A mi también me llamó la atención cuando la vi en el País.
Interesante la descripción que haces de la misma.

Anónimo dijo...

También se podría aplicar al partido del Barcelona - Inter
Sin paliativos
Juvenal