2010/09/27

EL ARBOLITO

De vez en cuando mirabas el arbolito por ver si reverdecía, pero con la sola mirada no recuperaba los tonos verdes que alguna vez tuvo. Parecía cada vez más mustio, las hojas se fueron cayendo, poco a poco, a veces sin darte cuenta. Otras alguien te advertía:

- El arbolito está mal.

Tú no te habías dado cuenta, seguramente porque no tienes buena mano para las plantas. En esta tierra se logran también frutas extrañas, pero quizá el arbolito no era el adecuado para la zona, a lo mejor le costó aclimatarse, o la tierra no era la más adecuada. Lo intentó pero las circunstancias, la contaminación, el ruido fueron acabando con él. Y te da pena. Tú no lo habías plantado pero seguías su evolución a distancia, a veces solamente con el rabillo del ojo, ¿Tendrías que haberlo regado, haberlo mimado más? No, sería entrometerte, el arbolito no era tuyo.

Pero si tanto te gustaba el arbolito ¿estarías dispuesto a que probara otros suelos con tal de mantenerlo vivo?

Buridán intenta encontrar algún matiz que diferencie el amor y el interés.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Árbol hermano, que clavado
por garfios pardos en el suelo,
la clara frente has elevado
en una intensa sed de cielo;

hazme piadoso hacia la escoria
de cuyos limos me mantengo,
sin que se duerma la memoria
del país azul de donde vengo.

Árbol que anuncias al viandante
la suavidad de tu presencia
con tu amplia sombra refrescante
y con el nimbo de tu esencia:

haz que revele mi presencia,
en las praderas de la vida,
mi suave y cálida influencia
de criatura bendecida.

Árbol diez veces productor:
el de la poma sonrosada,
el del madero constructor,
el de la brisa perfumada,
el del follaje amparador;

el de las gomas suavizantes
y las resinas milagrosas,
pleno de brazos agobiantes
y de gargantas melodiosas:

hazme en el dar un opulento
¡para igualarte en lo fecundo,
el corazón y el pensamiento
se me hagan vastos como el mundo!

Y todas las actividades
no lleguen nunca a fatigarme:
¡las magnas prodigalidades
salgan de mí sin agotarme!

Árbol donde es tan sosegada
la pulsación del existir,
y ves mis fuerzas la agitada
fiebre del mundo consumir:

hazme sereno, hazme sereno,
de la viril serenidad
que dio a los mármoles helenos
su soplo de divinidad.

Árbol que no eres otra cosa
que dulce entraña de mujer,
pues cada rama mece airosa
en cada leve nido un ser:

dame un follaje vasto y denso,
tanto como han de precisar
los que en el bosque humano, inmenso,
rama no hallaron para hogar.

Árbol que donde quiera aliente
tu cuerpo lleno de vigor,
levantarás eternamente
el mismo gesto amparador:

haz que a través de todo estado
?niñez, vejez, placer, dolor?
levante mi alma un invariado
y universal gesto de amor!

Anónimo dijo...

Que pena que murio el arbolito..."