2011/11/09

CASSIUS CLAY

Leyendo la edición digital de EL PAÍS te enteras de la muerte de Joe Frazier, el boxeador que tumbó a Cassius Clay, ya como Mohammed Alí, en aquella pelea del siglo, aquella sí. Sin embargo tú no rotulas esta entrada con su nombre, sino con el del derrotado.

Conociste a Cassius Clay ya como mito, únicamente por los periódicos, prácticamente sin haberle visto boxear, porque crees recordar que en su primera época de campeón del mundo, en Fierros no había televisión. Enganchaba porque era un boxeador armonioso, que pegaba y bailaba.

Seguramente te habrá parecido bien entonces que se declarara objetor para no ir a la guerra de Vietnam. Y te habrá resultado indiferente su conversión al islamismo. Hoy te merecería otro juicio.

Cuando estabas en el Seminario y tenías once, doce o trece años, ya veíais combates de boxeo. Hoy parece una temeridad. Por supuesto que no recuerdas los detalles, pero haciendo memoria te preguntas cómo habrás vivido aquel combate en el Madison Square Garden de Nueva York (qué nombre tan sonoro) aquel 8 de marzo de 1971, en el que en algún lugar del mundo se celebraría el día de la mujer trabajadora, pero no era propicia España para esas celebraciones.

Hoy te permites una debilidad y dejando de lado tus convicciones actuales, acabas de ver nuevamente el combate intentando recordar cómo te habrías sentido entonces con tus catorce añitos. Todavía ahora, pese a conocer el resultado, mantenías la esperanza de que ese derechazo se estrellara en el rostro del Frazier y de que los golpes de éste fueran al vacío. Tendrías entonces la esperanza de que, pese a que Frazier lo tumbó en el último asalto, Cassius Clay, mejor que Alí, podría ganar a los puntos. ¿Con quién habrías comentado el combate, al lado de quien lo verías en la sala de televisión de quinto de bachiller?

Perdido el combate, habrías pensado que claro, habiendo estado tres años sin pelear por el asunto de Vietnam, bastante hizo oponiendo aguantando quince asaltos.

Hoy, ves acertado que la televisión pública no emita combates de boxeo. No lo ves tanto que algunos medios solamente incluyan noticias de púgiles para informar de desgracias, pero esa falta de información va desactivando una afición anticuada y seguramente en este caso el fin justificará los medios. Incluso te parece que en una primera información de EL PAÍS glosaba épicamente aquel combate para en ediciones posteriores, volver a su manual de estilo de condena de boxeo, pero la primera noticia incitó tus primarias bajas pasiones y tus recuerdos.

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