2012/01/30

CONFESIÓN EN VALLADOLID

De niño eras poco menos que un santo, (santu benditu para tu madre) de joven fuiste un poco cabra, al menos en tu época militar. Por eso, un día, hará treinta y tres o treinta y cuatro años, tuviste que venir a declarar a Valladolid (donde te encuentras ahora mismo) para detallar al comandante del Regimiento por qué habías dicho tres noches antes delante de un teniente en León que Valladolid era la peor Unidad de España, y cuando el teniente te advirtió de que lo iba decir al comandante (comandante Abadía por más señas) en tu incontinencia replicaste:
-Dígaselo, dígaselo.
Menos mal que tus padres realizaron una intermediación militar que te libró de un seguro arresto, pero nunca pensaste tanto sobre la libertad como la noche anterior al viaje a Valladolid, más que durante los veintinueve días que estuviste en el calabozo un año antes también aquí, en esta capital castellana de militar recuerdo.
Hoy estás también en Valladolid para confesar ante otro foro pero con la misma duda: si te conviene decir la verdad, lo que piensas de determinada parcela, o si te inclinas por declarar lo más cómodo para ti, sin hacerte pasar por un fiera (no vayan a mandarte a desfacer entuertos a la capital o Castilla alante) ni por un pasota.
Seguramente te inclinarás por el horaciano aurea mediocritas.

1 comentario:

Alipio dijo...

Fuera de contexto, la parte de Juan 8,32 que dice "la verdad os hará libres", no contaba con el chalaneo-mangoneo político-coyuntural de nuestra época.

Saludos.