2012/01/23

SALUDO NAVAL

En el capítulo del Derecho del Trabajo dedicado a faltas y sanciones es materia de permanente debate el alcance de la tolerancia empresarial como límite a la hora de imponer las sanciones a los trabajadores por incumplimientos en la prestación del trabajo debido. Hay quien interpreta, con evidente exageración, que la tolerancia continuada genera un derecho adquirido.

Mal hace el trabajador que llega todos los días una hora tarde al trabajo o que incumple cualquier otra obligación contractual. Que el trabajador llegue sistemáticamente una hora tarde y el empresario, viéndolo, no diga nada no genera un derecho adquirido a llegar tarde, pero tampoco el empresario, que miró largo tiempo para otro lado, puede un día sin más ni más incoar un expediente, y si lo abre tiene malos visos de prosperar porque la buena fe, que ha de regir las relaciones laborales y todas, obliga a una advertencia, a decir “Hasta aquí hemos llegado, ya estuvo bien, mañana a la hora”. Y el operario, a partir del día siguiente, a cumplir y callar. Y agradecido porque fue bonito mietras duró.

Alega el antitípico capitán del crucero Concordia, que encalló trágicamente al acercarse con temeridad a una isla italiana, que lo hizo por saludar, y que era una práctica conocida, tolerada y hasta fomentada comercialmente por la empresa naviera. Será verdad, pero la empresa no le autorizaría a poner en riesgo el pasaje, la tripulación y la propia nave.

¿Es práctica antigua?

Curiosamente estos días lees en el Cuaderno Gris de Josep Pla lo siguiente:

“De los barcos de vela que aun pasan, hay algunos que hacen señales con banderas. Es inútil: nadie les contesta y se arrían los trapos en medio del silencio del mar. Los barcos que hacen señales son cada días más raros”. (21 de noviembre de 1918)

Intemporal Pla.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A veces, la comunicación, no tiene respuesta. Será por...