2012/07/24

EL ABANDERADO

Te parecía bien Nadal como abanderado español para los Juegos Olímpicos de Londres, pero no pudo ser.

Nadal merece tu reconocimiento por su tenacidad, por el sacrificio, porque superar en buena lid, con limpieza, a otros o superarse a sí mismo, por volver a ganar lo que tantas veces ganó. Además, se muestra respetuoso con el rival y no realiza declaraciones estridentes. Un deportista así es exportable como modelo a otros ámbitos de la vida. Por todo eso te parecía bien que llevara la bandera, claro que desconocías que existiera un reglamento al respecto, como se supo ahora a raíz de su renuncia por no estar en las mejores condiciones físicas para competir.
Según el reglamento no le correspondía llevar la bandera, honor que debería recaer en a dos laureados regatistas que, como practicamentes de un deporte minoritario, no te sonaban de nada. No te consta que se les haya ofrecido portar la bandera y tampoco sabes si la hubieran querido llevar. Eran vascos y este no es un dato cualquiera. Su renuncia como plato de respuesto te parece lógica, sin contar con que la necesidad de desplazarse cerca de doscientoos kilómetros a Londres desde el punto donde competirán es un argumento a tomar en consideración. Por lo visto ya otros deportistas españoles a quienes se ofreción en anteriores juegos olímpicos ser abanderados (Llaneras, por ejemplo) renunciaron porque les perjudicaba en su puesta a punto.
¿Qué decir de Gasol? Nada, llegó ahí por descarte.
Por mucho que toda actividad esté reglamentada, siempre habrá alguien con poder y sin escrúpulos que quiera hacer de su capa un sayo y pasarse las normas por el arco del triunfo.

Por desgracia siempre hay algo que enturbia las actividades más limpias.

Por cierto, Abanderado era ¿sigue siendo? una marca de calzoncillos, que tanto sirve para resaltar los atributos como para esconder la mierda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

muy conspicuo