2012/07/31

EURÍPIDES COMO LECTURA DE VERANO

¿Por qué no Eurípides como lectura de vacaciones? Tienes en casa algunos clásicos de la mítica colección Austral. Muchos siguen sin leer, algunos no los leerás nunca, de muchos de los que leíste en su día, si te preguntan hoy de qué tratan quedarías en blanco, pero no por eso vas a abandonar una actividad barata y entretenida. En la ración de clásicos del verano tocó un tomo que inclye tres obras: ALCESTIS (ó ALCESTES, según versiones), LAS BACANTES y EL CÍCLOPE.



Eurípides es uno de los tres grandes dramaturgos de la antigua Grecia, nacido en el año 480 a. C. Es fácil que la intervención de mitos y dioses en la trama nos provoque una sonrisa burlona o de superioridad, pero el viejo dramaturgo retrató muchas de las preocupaciones intemporales del hombre, las del hombre sencillo y las del filósofo.


Por ejemplo en ALCESTIS se perfila el temor del hombre de cualquier edad ante la muerte, la preocupación por la madrastra que tendrán sus hijos, el desgarro por la muerte del ser querido, pero también el sacrificio que implica dar la vida por amor.


Por compromisos de los dioses, Admeto tiene que morir, pero al aproximarse la hora, surge la oportunidad de cambiar esa muerte por la de otra persona, pero ningún voluntario se apunta, por lo que su propia mujer, Alcestis, se ofrece para evitar la pena al padre de ver morir a su hijo. El pade de Ademto, pese a su avanzada edad, no se ofrece voluntario “No tengo por obligación paternal que los padres mueran por sus hijos, ni esto se usa en Grecia. Gozas viendo luz, ¿crees que tu padre no goza? ¿Me acusas de cobardía, tú, cobarde, vencido por una muejer que ha muerto por tí, atrevido. Piensa que si tu amas tu propia vida, todos la aman. Admeto, hay que soportar esta desgracia: no eres ni el primero ni el último de los mortales que pierde una noble mujer, aunque a cada mortal le parece una desgracia única. Ten en cuenta que todos tenemos que morir”.


Admeto: “Entre todos te distingues por tu mezquindad, porque a tu edad y en el fin de tu vida no quisiste ni tuviste el valor de morir por tu hijo. Ya no moriràs como padre de hijos que alimenten tu vejez y una vez muerto adornes y expongan tu cadáver, pues yo no te enterraré con esta mano”.


Eurípides, por boca de un personaje, expresa este afán de aferrarse a la vida: "Muerto está el que espera la muerte, el que murió nada es ya".


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Sugestiva LAS BACANTES, que narra la historia de estas adoradoras de Dionisos, el Baco romano, en las que quieres ver la representación de la imprescindible parte lúdica del hombre, que no todo es Démeter, Tierra o Agricultura, trabajo al fin. “Oye, joven, dos cosas son lo primero para los hombres: la diosa Démeter, que es Tierra, la que cría en seco a los mortales, y el que vino para lo contrario, el hijo de Sémele, que inventó la húmeda bebida del racimo y la trajo a los hombres, el que libra a los míseros mortales de pena cuando se llenan de jugo de la viña, y da el sueño y el olvido de los males cotidianos, y no hay otro remedio para los males”.


He aquí un elogio de la moderación en la diversión: “Esto hay que mirar: también en las fiestas báquicas la que es prudente no se corromperá”.


O también no dejarse arrastrar por la opinión común o por los prejuicios. Dionisos: “¿Me tendrás tú por el primero de tus amigos cuando veas, contra lo que cuentan, prudentes a las Bacantes?”


La comodidad desde siempre de matar al mensajero, o al menos el temor de éste: “Quiero oírte si te contaré con palabra libre lo de allá y si he revestir mis razones, porque temo la prontitud de tu ánimo, rey, y lo violento y lo demasiado regio”.


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En EL CÍCLOPE se escenifica la conocida leyenda en la que Ulises ciega al cíclope Polifemo, antropófago, metiéndole un tronco de madera en su único ojo. No dejan de asomar algunas reflexiones como cuando Ulises pregunta a Sileno, el jefe de los sátiros, que deambulaban por los dominios de los cíclopes:

- A quién obedecen los cíclopes ¿acaso hay democracia?

A lo que responde Sileno:

- Son nómadas y nadie obedece a nadie.


Quieres ver aquí una fortaleza de la democracia. Ulises ve más fácilmente atacables a los cíclopes si éstos se rigen por la anarquía que si se organizan democráticamente aunque sea para organizar el mal.


Otra reflexión: Ulises llega a la isla de Sicilia casi en una patera y apela a una regla del Derecho de Gentes, embrión del Derecho Internacional para suplicar ayuda: "Ley es para los mortales recibir a los suplicantes castigados por el mar y darles los dones de hospitalidad y suministrarles vestidos y no atravesar sus miembros en barras de asar terneros y llenarte con ellos vientre y boca".


Algo progresamos desde entonces con los cuerpos que el mar arroja a nuestras costas.

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