2012/07/21

TU ROSTRO MAÑANA, FINAL POR FIN

Acabaste, por fin, la lectura de TU ROSTRO MAÑANA de Javier Marías, un libro que entretiene simplemente con las descripciones y con el lenguaje pero que acaba enganchando también con la trama, porque cualquier cosa podía ocurrir en el conjunto de historias que se entrelazan a lo largo de los tres libros. Un hilo, marginal al principio, la historia rutinaria de un alejamiento conyugal pacífico, acaba ganando protagonismo hasta hacer girar en torno suyo el avance de la novela, así que lee uno con avidez las otras historias deseando que terminen pronto para ver en qué queda el asunto amoroso.


Del conjunto de la obra destacas sobre todo una idea-fuerza: la violencia como motor inevitable de la exisencia humana en lo individual y en lo social. En alguna ocasión no lejana escribiste algo sobre esto a raíz de las últimas movilizaciones laborales o políticas.

“La expresión “Sálvese quien pueda” supone prescindir de todo miramiento hacia los demás y reinstaurar de pronto la ley de la selva, que todos tenemos naturalmente asumida y a la que no nos cuesta volver ni un segundo, aunque llevemos más de media vida con ella en suspenso o manteniéndola a raya. En realidad no hacemos violencia para no seguirla y no obedecerla en todo momento y en cualquier circunstancia, y aun así la aplicamos mucho más de lo que nos reconocemos, sólo que disimuladamente, con un barniz de civilidad en las formas o bajo el disfraz de otras leyes y regulaciones respetuosas, más lentamente y con numerosos rodeos y trámites, todo es más trabajoso pero en el fondo es la ley que rige, es la que manda. Así es, piénsalo. Entre las personas y entre las naciones”.


Por lo demás, se repiten pasajes y situaciones que ayudan a resituarse por si alguien se había perdido, y funcionan como alegorías para distintas escenas.

- La mancha de sangre de la escalera que se resiste a desaparecer, y que incluso después de ser borrada por completo, a veces parece distinguirse el cerco que tanto costó eliminar.

- El riesgo de hablar, no solo en situaciones bélicas, donde cualquier palabra por inocente que sea puede llegar a un enemigo y ser utilizada para acabar con alguno de los nuestros.

- La constante interpretación de (sobre) personas, de situaciones, que ayudarían a conocer cuál va a ser su rostro y su comportamiento mañana.

- La cuestión crucial de si en una situación límite como la guerra está todo permitido para conseguir un bien superior, por qué no lo está en la paz.

- Los horrores de las guerras y de la violencia, ilustradas con imágenes (el fusilamiento de Torrijos frente a las playas de Málaga, por ejemplo) o párrafos de pornonovela negra que hay que leer estrechando los ojos, con un rictus de horror y torciendo el gesto. La idea es que las muchas lecturas, las muchas imágenes y la vida vivida inoculan contra ese veneno.

- Los huecos que uno va dejando a lo largo de la vida. “Uno sale de un sitio y ya no puede volverse nunca, no del mismo modo, cualquier hueco que dejamos es al instnte ocupado o nuestras cosas son tiradas o arrumbradas,y si uno aparece es ya sólo como un fantasma, sin corporeidad, sin derechos, sin llave, sin pretensiones y sin futuro.

- El cuadro “Las edades y la muerte”, de Baldung, que recuerda la presencia permanente de la muerte (dueña del roloj del tiempo) en la vida y la escasa distancia que las separa.

No hay comentarios: