2012/08/15

EL GOLF

Nunca se puede decir de este agua no beberé, pero mucho tiene que cambiar tu vida para que te acabes aficionando al golf, salvo que se diera la tragedia no deseada de que, por circunstancias de la vida, te aficiones a otra mujer o que otra mujer se aficione de ti, los hados no quieran ni una cosa ni otra. Si esa otra mujer fuera golfista, no necesariamente golfa, acabará uno aficionado a los golpes por debajo del par, más todavía a la manga larga, a los zapatos castellanos aunque constriñan los meñiques y a la piel tostada de los andares, palos al hombro o en el ridículo carrito sobre la hierba asperjada.


Será un deporte, incluso para gente no necesariamente elitista ni estirada, incluso de humilde origen, será, pero te confiesas rehén de tus prejuicios, por eso cuando en la portada de La Nueva España ves el retrato de los ganadores de un trofeo casero de golf, no puedes dejar de apretar los labios, mover ligera y verticalmente la cabeza y pensar en qué terminamos a veces, en qué termina cada uno. Prefieres la tarde de fiambrera y merendero.


Ahí tienes a Laudelino Campelo, detrás de las gafas, con camisa de ambiguas rayas, otrora antiguo líder de UGT en las Cuencas, que pagó su pena de telediario y sufrió tristes portadas en otros tiempos. Tampoco sabes bien en qué quedó aquello, seguramente bien.


Lástima tener tan mala memoria, es decir, una memoria tan buena para lo malo, lástima también tener que mostrarse uno tan comedido.

2 comentarios:

Alipio dijo...

Luis Simón, ya sabes que en España todo lo que tenga que ver con palos y pelotas acaba siendo un deporte nacional.....al menos en la barra del bar.

Saludos.

Anónimo dijo...

para atizarle al ex-sindicalista no hace falta mostrar tantos prejucios con un deporte antaño elitista pero hoy en día de lo mas normalito.