2012/08/07

TRABAJAR MÁS

Estás leyendo La Saga/fuga de J.B. dicen que la obra maestra del gallego Gonzalo Torrente Ballester. Hoy toca esta página, que no vas a contextualizar para no alargar demasiado, demasiado más, esta entrada.

Don Torcuato es severo con la leyenda de J.B. La encuentra arriesgadamente útil. Dice que un pueblo no puede pasarse la vida esperando la redención del bóbilis-bóbilis, sin esforzarse hombre a hombre por redimirse. “Ahí está Portugal, dormido en la esperanza de que don Sebastián regrese”. Por eso se esfuerza en interpretar racionalmente el mito y dotarlo de un contenido eficaz. “Todos los J.B. regresarán un día de ese lugar del Atlántico donde esperan, sí. Pero, ¿qué quiere decir eso? Pues sencillamente que del Atlántico nos viene el ejemplo de los Estados Unidos de América del Norte, ese país al que el gran Lincoln, con su sacrificio, acaba de dar unidad y sentido histórico. En los Estados Unidos todo hombre sabe que camarón que se duerme, la corriente se lo lleva; por eso nadan contra corriente, no se abandonan; trabajan y consideran pecado el fracaso. Es el mensaje que lego, en estas páginas, a mis conciudadanos. J. B. quiere decir: trabajar para ser libres”. Lo cual estaría bien si Castroforte del Baralla fuese ciudad de población anglosajona; por la mezcla heleno -celta en su sangre le señala otro destino –al que por otra parte, fue siempre fiel- : hablar como los griegos, soñar como los celtas. La sangre impone una manera de ser que el espíritu obedece”.

Días atrás leías también unas declaraciones de Fernando Suárez, ex-ministro de Trabajo de Franco, afirmando que había que trabajar más para salir de la crisis y no se escucha esa idea únicamente de labios de un sector de votantes.

Llevas varios días pensando qué querrá decir exactamente trabajar más: ¿trabajar más horas (cobrando lo mismo o menos, se supone)? ¿trabajar mejor (también cobrando lo mismo o menos)?.  El aumento de la productividad es otra cosa aunque se enmascare: consiste en conseguir mayor unidades de producción o de venta con el mismo número de operarios y eso solamente se logra con aportación tecnológica porque son mínimos los incrementos de producción a base de esa vaguedad que denominada mejoras en la gestión.

En realidad habría que trabajar siempre bien, eso se da por descontado; en consecuencia entiendes que aquella frase únicamente tiene un significado: trabajar más tiempo, sea a la semana, al mes o al año, sea disminuyendo el número de días de vacaciones o el de permisos anuales.

Hay dos formas de hacerlo: voluntariamente o a la fuerza. Tertium genus non datur.

La demasía de trabajo voluntario no siempre es posible, y tampoco es suficiente con la decisión individual. Bajando al terreno práctico, habría que matizar mucho. Así, al autónomo nadie le quita de trabajar las horas que quiera, hasta el límite de sus fuerzas. En el caso del trabajador por cuenta ajena, la cuestión no es tan sencilla y la respuesta social no es uniforme: tan mal visto está pasarse como no llegar.

Le resulta fácil a quien no está sujeto a una cadena de producción o a unos turnos con relevos. Dejando de lado (o pasando por encima, no sabes bien cómo expresarlo en estos tiempos) que los derechos son jurídicamente irrenunciables, se transige en arrimar el hombro (gratis incluso) por una punta de producción, por un aumento de bajas, etc., pero por el momento no se admite perder las vacaciones o parte de ellas. Tampoco se aplaude al que apura todos y cada uno de los derechos, como bajas por maternidad, permisos por lactancia o por determinadas enfermedades propias o de parientes, etc. Para dificultar más la decisión, la variedad de casos dentro de cada empresa, de cada sector, de cada escalafón hace imposible una solución aritmética.

Con la mera voluntariedad no se llega, en consecuencia lo ves todo dirigido a cambiar la norma aplicable, que por lo general será un convenio colectivo, esa norma tan especial que incorpora una dosis de voluntariedad interpuesta o de segundo grado. No en vano se dice que el convenio tiene alma de contrato y cuerpo de ley, una norma voluntaria que se concreta en mandatos forzosos.

En consecuencia, cuando se pide que se trabaje más, se está dejando que cale una lluvia fina hasta que todos estén y estemos empapados en la idea que hay que cambiar urgentemente la norma que haga obligatorio trabajar más horas.

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