2014/03/02

SÁBADO DE PALIQUE

A tus años no estás para bruscos cambios, así que lo que corresponde los sábados es dar una vuelta por El Fontán, otear una mesa libre y, pertrechado del periódico, lanzarse educadamente sobre ella como un águila. Es el momento de pedir una botella de sidra y un pincho de picadillo cuando asome el camarero.

Así instalado, hay sábados en los que casi lees el periódico de cabo a rabo y otros en los que prácticamente no lees ni las esquelas, lo más urgente y cierto. Así fue este.

Hacía unos meses que no coincidías con Rocío. Rocío es una compañera de buen recuerdo de la Facultad, de una época en la que intercambiabais apuntes. Por lo visto, los tuyos tenían fama. Tenías agilidad para tomar notas y esa misma noche (normalmente trabajabas de noche) los pasabas a limpio a máquina, siempre sin perjuicio del servicio y entre tren y tren. Rocío no deja la ocasión de agradecerte haber aprobado (con nota) varias asignaturas con tus apuntes. Estudiaría, no sería solamente leerlos una vez, supones.

Quizá entonces Rocío te haya dicho que era huérfana de ferroviario, pero son detalles que acabaste olvidando. Años más tarde, hará cuatro o cinco, coincidiste con ella en la estación y, para tu sorpresa te dijo que iba para Sahagún porque su madre tenía lazos en Calzada del Coto, pueblo natal de tu padre. Es entonces cuando hablaste de tus antecesores por la zona, y ahí quedó el caso hibernando porque era la hora del tren.

Hace unos meses pasaste un correo a un compañero del Seminario que trabaja en el INEM preguntando qué era de Rocío, funcionaria de dicho organismo. Este compañero estuvo varios meses de baja y no te contestó hasta ayer para confirmarte que ella seguía trabajando en la oficina principal. Entonces lanzaste un mensaje al Facebook al grupo de Calzada del Coto preguntando si alguien conocía a Rocío. La conocían y sabían detalles precisos.

Para tu sorpresa, cuando estás terminando la que iba a ser primera y última botella del Fontán, pasa por allí Rocío. La invitas a sentarse. Te confirmó de pe a pa aquellos detalles. Además su padre era de Material Móvil, como el tuyo, dos años mayor, y tuvieron que coincidir en León. Aquí murió en un accidente el padre de Rocío atrapado entre los topes de dos vagones en el año 1961. Te contó su periplo por los colegios de huérfanos de ferroviarios, su asentamiento en la calle Astorga de León, junto al economato, la relativa holgura de su infancia gracias a los pisos que tenían en el edificio de la cafetería Pereda, en el Crucero, que tanto frecuentaste en tu época militar con la pandilla, cuyo dueño también era de Material Móvil y tío de los Café Quijano. Lástima no haber preguntado tantas cosas cuando ya no hay a quién.

Marchaste porque era la hora y había que tomar otra sidra con tu mujer ya cerca de casa. Allí coincides con Adolfo, de Tuilla, también compañero del Seminario y de la Facultad, que está compartiendo barra con su cuñado, psicólogo. Le comentas lo que le acaba de pasar a Luis, vuestro común compañero y no se lo acaban de creer. El cuñado de Adolfo había mandado a un paciente hacía un mes a la consulta de Luis. Adolfo te contó otro sábado que encima de su casa, en Tuilla, vivían los padres del cura guerrillero Gaspar García Laviana, y recuerda sus gritos cuando supieron de su muerte.

Tu mujer dice que eres incorregible.

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