2014/10/31

COINCIDENCIAS

Muchas veces al leer un libro, un artículo de periódico o una revista, encuentras un párrafo y te dices: justamente eso mismo es lo que estaba pensando yo estos días. Y lo subrayas o lo recortas o lo grabas en algún dispositivo electrónico. Indudablemente en el conjunto de un periódico, o dos, o de quince o veinte páginas de un libro que puedes leer en un día de apuro, es fácil encontrar alguna idea, algún párrafo coincidente. Tampoco es demasiado mérito.  

Como estos días estás con la educación y la ética de las emociones, parece que todo te lleva hasta ahí, incluso unas declaraciones del filósofo Javier Gomá, que lees en el ABC mientras tomas la sidra del mediodía. Una vez más, declaraciones al hilo de la corrupción, materia justificadamente recurrente estos días.


La ley y las instituciones son muy importantes, establecen las reglas del juego, generan hábitos e impiden, materialmente algunas corrupciones, pero lo decisivo es la educación sentimental del corazón. Que la gente quiera lo buen aunque no tenga premio y repugne lo malo aunque no reciba castigo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Para eso servía antes la religión, pero nos estamos laicizando y eso no sirve para marcar la moral. Pero los gobernantes siempre han estado por encima de la ética y de la moral: en las guerras santas se pueden matar infieles sin ningún remordimiento y en las que no son tan santas, los gobiernos pueden robar a los ciudadanos (sea con impuestos, con preferentes, con aeropuertos si aviones, con obras que nunca se terminan...) sin ningún tipo de obstáculo, ni de pena legal. Luego volvemos a vota a estos mismos corruptos (que tan corrupto es el que recibe la mordida como el que la da, como el que lo consiente desde arriba, como el juez que lo exculpa porque se lo manda el político) porque lo llevamos en la sangre, como los colores de nuestro equipo deportivo. No votamos unas personas honorables, votamos unas siglas...

Anónimo dijo...

Qué le pasa ahora a Villa, el del Soma-UGT. Éste se emociona tanto con el bien y le repugna tanto lo malo, que no es capaz de ir a declarar. Seguro que si no le pillan, no le entra este trastorno (¿habrá comprado el diagnóstico del médico?). Que los mineros le premien su entrega abnegada en la causa, su mérito como sindicalista, su lucha solidaria a los mineros, su filantropía