2015/08/03

EL BARCO DE TROBAJO

Antes del programa PADRE hacías alguna declaración de la renta cuando se abría la campaña correspondiente. Al principio estabas todavía estudiando Derecho, así y todo confiaban en ti, por aquello del país de los ciegos. Algunos te daban las gracias y pensaban que cumplían: ‘te viene bien, chaval, para foguearte’, y tú como tal lo tomabas. Otros tenían algún detalle. Florentino Trobajo, que se acaba de incinerar, tuvo un detalle extraordinario: te regaló un barco de los que él hacía a mano matriculado ficticiamente en Gijón en el año de nacimiento de tu hija.
Tienes cantidad de cachivaches por casa, regalos que te fueron haciendo o que fuiste acopiando en los viajes por España y por el mundo; de algunos olvidaste el emisario y la procedencia; olvidar el de Trobajo es imposible. Ahora luce en casa de tu hija.
Es imposible dedicarle una necrológica más acertada que la que la evocada por su primo cura en el rito exequial de despedida. Simplemente quieres recordar lo cercano que siempre fue para todos cuando trabajó en el Puesto de Mando, aquel Puesto de Mando al que los jóvenes ferroviarios os dirigías con temor reverencial por si os caía un bocinazo.

Descanse en paz, Florentino Trobajo, extraordinario profesional y mejor persona. 

1 comentario:

Anónimo dijo...

cuando nos vamos del todo, lo único que dejamos son esos detalles, esos trocitos de nosotros que quedan en los demás, como reliquias de devoción. Independientemente de lo generoso que sea cada cual en el pago de favores, que el regala bien vende... La mejor inversión que puede hacer una persona en vida, es dejar esos buenos recuerdos en los demás cuando muere.