2017/06/05

EL LAVADERO

En tus caminatas por la falda del Naranco te encuentras muchas veces con la 'fuente Llázara', convertida en un lavadero abandonado en bastante buen estado, si es posible esa combinación de palabras.

Es encomiable y triste a la vez el tesón que alguien habrá puesto en conservar y rotular la fuente Llázara; triste porque ya nadie lava; incluso sería raro que alguien se atreviese a saciar la sed del caminante. Ya se sabe que nadie va a utilizar nunca más esa instalación como lavadero, salvo en unas hipotéticas jornadas etnográficas de actividades antiguas. Da pena que este humilde viejo patrimonio no se conserve, en particular en casos como este, en los que estimas que un operario mañoso no dedicaría más tiempo de una jornada laboral en adecentar el lavadero y dejarlo presentable para disfrute de los fatigados
caminantes, ya que no de las lavanderas (o lavanderos si fuera el caso).


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